A diez años de la detención de Miguel Ángel Treviño, el Z40, uno de los líderes criminales más brutales de la historia mexicana, nuevos detalles sobre sus negocios y sus oscuras aficiones se han ventilado en las cortes de Estados Unidos.
La DEA estima que el líder de Los Zetas asesinó personalmente a más de 500 personas. Sus costumbres y métodos convirtieron a Tamaulipas y Coahuila en escenario de una sangrienta guerra.
Fiscales estadunidenses que indagan a Los Zetas pudieron averiguar que el Z40 tenía a varios doctores en su nómina, dedicados a investigar los métodos más eficaces para asesinar sin dejar rastros.
Ellos identificaron un tipo de bótox que causaba un infarto, y era indetectable en una autopsia. Con esa información, el Z40 experimentó en las personas que “levantaba” a diario.
Los médicos también atendían a los sicarios heridos en la guerra con el Cártel del Golfo, con su epicentro en Miguel Alemán, Tamaulipas.
“Amaba matar gente”, contó al respecto José María Guízar Valencia, El Z43, uno de sus ex operadores de confianza. Recordó que las víctimas tardaban aproximadamente 40 minutos en morir: “le gustaba ver a la gente sufrir. Y más que nada, hacia la gente que era cercana a él, causar miedo y psicosis para que no lo traicionáramos”.
En una declaración jurada, el Z43 recordó que los sicarios y gente cercana de Miguel Ángel Treviño temían ser asesinados o torturados por su jefe.
“Él personalmente utilizaba su arma, un cuchillo o algún objeto, a veces bates de béisbol. Colgamientos, arrastramientos, aplastarlos con camiones, todo tipo”, señaló El Z43: “Era una persona sin emociones. No tenía emociones. No tenía empatía. Mataba personas todos los días y experimentaba. Era un sicópata. Estaba enfermo”.
Pero su experiencia fue mucho más allá. Vio cómo El Z40 tomaba venganza en contra de quienes lo traicionaban o intentaban hacerlo.
Una joven de 18 años que salía con un sicario zeta y que al mismo tiempo salía con un soldado. Cuando Treviño Morales se enteró, la secuestró a ella y a su madre.
“La llevaron a Allende, Coahuila, de donde eran estas personas. Se la llevaron detrás de un hotel y le quitaron la nariz. Primero, asesinaron a su madre enfrente de ella porque estaba dando información a los soldados de los movimientos de los Zetas. Le volaron la nariz con una MP5. Después la golpearon en los oídos. La golpearon en el rostro, en sus mejillas. Y la joven rogaba para que la mataran porque estaba sufriendo. Y gritaba de dolor.
“Y la madre, que se suponía que estaba muerta en ese punto, se levantó y peleó con él y le dijo: ‘perro, deja a mi hija’. Y todos nos espantamos porque se suponía que ella estaba muerta.
Y Miguel Ángel Treviño dijo: ‘¿vieron eso?’, y puso la MP5, la colocó en modo automático y le disparó para ver qué ocurría. Y se cayó. A este punto, siguió jugando con la joven, disparándole en las piernas. Gritaba para que la asesinaran”.
El Z40 continuó con la tortura hasta que la joven no pudo levantarse más. Entonces, la ejecutó.
En otra escena, Treviño Morales ordenó a sus sicarios que se vistieran con uniformes de la Policía Federal Preventiva de México para ir a una casa a asesinar con bótox a una mujer. Poco después se sabría que esa mujer era la suegra de El Z40.
La mujer había dicho a los hijos de Miguel Ángel, sus nietos, que no se subieran al mismo auto de su padre por temor a que les sucediera algo. Causó la ira del líder zeta, quien engañó a su esposa haciéndole creer que policías mexicanos habían matado a su madre.
Sus “guisos”, además, se hicieron conocidos entre los habitantes de Tamaulipas y Coahuila. Junto a sus sicarios, quemaban a personas en tambos de 200 litros con una mezcla de gasolina y diésel.
Hoy, El Z40 se encuentra detenido en México evita ser extraditado a Estados Unidos.
(milenio.com)