El júbilo por el arranque de la comercialización y aplicación de la vacuna actualizada de Pfizer contra covid-19 en diversas farmacias se combinó con largas filas y más de una hora de espera, sentarse a un costado de los pacientes enfermos que acuden a consulta regular, contar con dosis limitadas y con un solo médico general.
En la Farmacia del Ahorro de Santa Teresa, ubicada en San Jerónimo, al sur de la ciudad, la vendedora hacía sonar la caja registradora. ¿Cuántas vacunas van a ser?, le preguntó a Carmen Molina, quien adquirió la dosis para ella, su esposo y su suegra.
“Nuestras vacunas de covid tienen un costo de 845. Serían 2 mil 535. Le doy un pase con nuestra doctora”.
Se trató de un papelito con el número 42 debido a que la médica recibía en esa pequeña sala de espera, donde se rompieron todos los protocolos de dividir a los pacientes con enfermedades infecciosas con los sanos y que desean prevenirse de las nuevas variantes, Pirola, de ómicron del Sars-Cov2.
La gente se formó para comprar la vacuna, esperó entre las sillas a que tocara su turno, algunas optaron por quedarse afuera de la sala de espera.
Hubo demoras de más de una hora. Los adultos mayores se quejaron, pero reconocieron que se trata de un modelo jamás implementado, vacunas en farmacias.
Silvia Aguilar, de 65 años, fue de las primeras en ser atendida en la sucursal de Farmacias del Ahorro. Fue cargada con una gran cantidad de interrogantes.
“No me apliqué la que está ofreciendo el gobierno, porque cuando yo fui a solicitar que me vacunaran, me dijeron que la vacuna estaba caducada; aunque Cofepris ya la había autorizado para que la siguieran poniendo, yo no quise arriesgarme, por eso me esperé y como ya me había aplicado (en la campaña de vacunación) Pfizer, decidí venir a ponérmela.
“El costo no está dentro del presupuesto que yo tengo, pero hice el esfuerzo de ahorrar. Yo sé que si no me contagio no tendré tanto riesgo como si no la tuviera en mi brazo”, comentó Aguilar.
“¿Cuánto tiempo protege la vacuna?”, le preguntó Doña Silvia a la doctora Diana Lozano, médico general, quien debió atender tanto a pacientes enfermos como aplicar la vacuna.
“Un año”, respondió. “¿Otra pregunta qué reacciones puede producir la vacuna?”, increpó doña Silvia, “las más comunes, dolor en el sitio de la aplicación, puede llegar a tener un poco de temperatura un poco de dolor corporal, puede tomar cualquier analgésico, paracetamol o ibuprofeno para que se controle”.
La médico general explicó que, aunque es poco probable sufrir una reacción adversa, la paciente en ese caso deberá acudir directo a un hospital, en específico, refirió a los institutos nacionales como el de Enfermedades Respiratorias, o bien el Gea González, incluso, el de de PEMEX Picacho.
Doña Silvia ofreció todos los datos que le solicitó la médica sobre las enfermedades que padece y reacciones alérgicas.
¿Es alérgica a la vacuna? ¿a algún componente? ¿a la comida?, ¿látex?, preguntó la doctora. “Soy alérgica a los colorantes de los medicamentos.”, respondió.
“¿Padece de alguna enfermedad importante?”, cuestionó, y obtuvo como respuesta “pues ahorita tengo problema de articulaciones, tengo problemas de osteopenia, artrosis en las rodillas y estoy en rehabilitación”.
Luego de la aplicación de la vacuna con una jeringa convencional, se fue a su casa. No se aplicó el protocolo de espera de 20 minutos en caso de sentirse mareada o con algún efecto adverso ligero.
Este día, los diversos sectores sociales buscaron la vacuna en diversas farmacias, misma que se agotó en menos de dos horas, por lo menos en algunas Farmacias del Ahorro y en la San Pablo.
Jesús López, taxista de 60 años y Carmen Molina, de 43 años, coincidieron que se esperaron a que se vendiera la vacuna en el sector privado por “desconfianza” hacia la Abdalá, de Cuba.
“No confío en las vacunas que está poniendo el Gobierno y Pfizer me parece muy buena marca”, agregó Molina.
Pero en medio de la euforia por protegerse en plena temporada invernal, se rompieron varios protocolos indispensables, entre estos, dividir a los pacientes sanos que se quieren inmunizar y los que ya están enfermos. Ambos estaban en la diminuta sala de espera.
En entrevista con MILENIO, Jorge Baruch, epidemiólogos y director de La Clínica del Viajero, en la UNAM, explicó que desconoce si “la Cofepris haya tomado en cuenta estas divisiones importantes para otorgar los permisos”.
Y es que, aclaró, “generalmente debe de haber una división, de hecho, la Secretaría de Salud lo sugirió y ejecutó durante la pandemia, por un lado, se dividieron los horarios de tal suerte que no convivían enfermos con personas sanas que acuden por cuestiones preventivas.
“En las áreas con mayor espacio, una sección se destinaba y se debe de destinar, exclusivamente, a la atención de personas que van a vacunarse y, en otro espacio, deben estar los pacientes con sospecha de alguna infección. Ahora, a lo mejor si tenían tanta gente, pues pedirles o darles cubrebocas. Son cuestiones básicas y esenciales, que nos dejó la emergencia sanitaria”.
La médico Diana Lozano abrió ante los ojos de cada paciente la jeringa tradicional y el procedimiento de obtener la sustancia activa del frasco de la vacuna.
“Se la enseñó, es única, cerrada, aquí está la marca, la variante, fecha de caducidad”.
Pero a decir de Baruch antes de cobrar es preciso ser revisado por el médico, y no al revés. “Hay un conflicto de intereses, como sucede con los consultorios a un costado de la farmacia. Esto sucede mucho en México, en cambio en un consultorio o en un hospital se prioriza la salud al detectarse a un paciente inmunocomprometido. Ahora, supongo, que cobran antes porque son pocas las dosis. Se van a liberar alrededor de 500 mil. En la primera fase,
“También en el caso de Pfizer se deben de ministrar en las primeras 10 semanas y, en el caso de Moderna los tiempos son más reducidos, para mantener las vacunas a una temperatura de 2 a 8 grados. Están bajo ultracongelación, pero una vez que se descongelan deben de preservarse a una temperatura”.
Y aunque las vacunas son seguras, agregó, existen procedimientos muy claros para inmunizar a una persona. No se puede sacar el líquido directo. Se requieren jeringas especiales.
Si bien, aclaró, la vacuna no requiere de receta porque no se trata de un medicamento controlado que puede causar, por ejemplo, adicción, efectos psicotrópicos, tampoco cae en la categoría de estupefacientes, el biológico no se puede comprar ni llevar a casa.
“No se puede, eso es algo muy importante que la población debe de entender. Las vacunas se deben de ministrar en un entorno seguro, con disponibilidad de oxígeno si se necesita, de personal sanitario si se requiere, equipo de reanimación cardiopulmonar para responder a alguna respuesta alérgica severa”, aclaró Baruch,
El epidemiólogo también aclaró que firmar un consentimiento informado no exime a las farmacias de atender los Eventos Supuestamente Atribuibles a la Vacunación o Inmunización.
“Los consentimientos informados se deben de dar en cualquier procedimiento. Es un documento legal vinculante que hace constar que el personal de salud que ministro la vacuna le hizo saber al paciente los beneficios, riesgos, y procedimiento. Esa información verbal y debe de ser avalada por un Comité de Investigación y Ética, desconozco si las farmacias cuentan con ese procedimiento”, añadió.
“La recomendación es siempre que podamos consultar al médico de cabecera, a un médico especialista. Básicamente en México las farmacias son para cumplir con las prescripciones médicas”, aseveró.
Lo cierto es que a partir de este jueves la vacunación arrancará en consultorios privados.
Por el momento la vacuna solo se aplicó a personas de 12 años en adelante. en breve llegarán las dosis pediátricas, de 5 a 11 años, que consistirá en una dosis anual o en las que sugiera el médico.
(milenio.com)