El investigador Alberto Flandes participa en la misión espacial europea Rosetta, que busca ahondar en el origen y la evolución del sistema solar y determinar la función de los cometas en la provisión de agua y material precursor de la vida.
Junto con científicos de diversos países, el experto universitario se encarga de la operación del monitor de polvo de impacto, que analiza y mide esas partículas milimétricas que se desplazan sobre la superficie del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, donde se colocó el módulo de aterrizaje Philae el 12 de noviembre de 2014.
El objetivo es obtener información sobre la radiación, los gases y el polvo, así como tomar fotografías para conocer la calidad del terreno del cuerpo celeste, seguir su evolución a medida que se acerque al Sol para saber los procesos y su forma de activación.
El monitor de polvo que, a su vez, forma parte del conjunto de cinco instrumentos del tren de aterrizaje, mide siete centímetros por lado, puede detectar diferencias de presión en el aire de la tierra y tiene placas piezoeléctricas que registran cuando choca una partícula.
Con esa información puede determinarse la intensidad del choque y el tiempo de contacto, así como estimarse las propiedades físicas de las partículas, como tamaño, velocidad o si es blanda o dura.
Ese instrumento de la misión se ubica en el borde superior del aterrizador y cuando el cometa se activa, las partículas comienzan a salir.
Las que caen sobre el monitor brindan información sobre su origen y tamaño. También el flujo indica sobre la actividad del cometa al instante de acercarse al Sol.
Una vez que se recaban los datos, éstos se concentran en Darmstadt y Colonia, en Alemania, y de ahí se distribuyen a los científicos que se encargan de su análisis.
Alberto Flandes recordó que la composición de los cometas es 85 por ciento de agua, una proporción importante de bióxido y monóxido de carbono y poco material orgánico y se ha observado que la constitución de los que provienen de regiones más cercanas a la Tierra es distinta a los que están más alejados.
La mayoría de esos cuerpos están limitados a la periferia del Sistema Solar, pero cuando éste se formó prácticamente se movían por todos lados y chocaban continuamente con los planetas nuevos o en formación.
En un comunicado de la UNAM el investigador del Instituto de Geofísica (IGf) de esa casa de estudios destacó la importancia de la misión Rosetta, pues existe la posibilidad de que esos cuerpos y los asteroides hayan transportado agua a la tierra.
De igual manera consideró como un logro que una nave haya llegado con precisión al cometa, liberar el módulo, colocarlo sobre su superficie y mantenerse en órbita mientras se acerca al Sol.