Las sociedades que han consolidado un Estado de Derecho que proteja y promueva los derechos humanos son menos vulnerables a cometer actos como los vividos en el Holocausto, aseveró Luis Raúl González Pérez.
En el marco del Día Internacional de la Conmemoración Anual en Memoria de las Víctimas del Holocausto, el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) señaló que ninguna sociedad puede sustentarse en la justicia y la paz si rechaza o denigra la dignidad humana.
“Tengo la convicción de que las sociedades que han logrado consolidar un Estado de Derecho que proteja y promueva la observancia de los derechos humanos entre sus integrantes son menos vulnerables ante el embate de liderazgos, burocracias partidistas o gobernantes de carácter criminal”, manifestó.
Refirió que el Holocausto es un hecho catastrófico y devastador para la humanidad que, paradójicamente, por su gravedad y su magnitud, ofrece lecciones fundamentales para la construcción de la paz y el respeto a los derechos humanos.
En su opinión, recordar el Holocausto y los demás genocidios que se llevaron a cabo durante el Siglo XX ayuda a aprender la lección, sin embargo, después de ese hecho el mundo ha sido testigo de genocidios perpetrados lo mismo en Asia, que en África, incluso en América y en Europa.
“El mundo ha quedado pasmado desde entonces por genocidios como los de Camboya, Ruanda, la ex Yugoslavia y Dafur, así que debemos permanecer vigilantes frente a la intransigencia de las ideologías extremistas, que bajo argumentos de cualquier naturaleza apelen o promuevan la discriminación de las minorías.
“Debemos ser intolerantes con la intolerancia”, enfatizó.
Opinó que se debe actuar en dos frentes, en lo internacional, para que se garanticen las condiciones institucionales que permitan encarar las acciones de estados y regímenes como los descritos.
Y en el ámbito interno de cada país, por la vía de subordinar el poder del Estado a un efectivo régimen de garantías y del empoderamiento de la persona, como titular de derechos que se consideran universales, que son la piedra angular que determina el sentido y la razón de ser de todas las instituciones públicas.