Durante el periodo 2006-2013, la economía nacional creció a una tasa promedio anual de 2.0 por ciento en términos reales, con incrementos de 1.1 por ciento en la actividad agropecuaria, 0.7 por ciento en la industria y 2.9 por ciento en el comercio y los servicios.
Alejandro Romero Gudiño, titular de la Unidad de Evaluación y Control de la Comisión de Vigilancia de la ASF, mencionó que dicho crecimiento se compara desfavorablemente con el dinámico incremento del sector financiero de 11.8 por ciento, que sin embargo poco contribuye al crecimiento de la actividad productiva.
En cuanto al gasto ejercido en funciones de Desarrollo Económico, dijo, en 2013 ascendió a más de un billón de pesos, monto 14.5 por ciento superior sobre el presupuesto autorizado por la Cámara de Diputados, y 7.6 por ciento en términos reales a lo ejercido en 2012.
Con base en la estructura del gasto programable del Poder Ejecutivo y Entidades Paraestatales, agregó que de cada peso ejercido en 2013, se canalizaron 34.4 centavos al financiamiento de actividades de fomento de la actividad productiva.
Estableció que la viabilidad de México como país se sustenta, sin la menor duda, en que retome con vigor de manera estructural la senda del crecimiento económico con el que llegó a crecer por dos décadas durante la época del desarrollo estabilizador, cuyas tasas promediaban 7.8 por ciento, logro alcanzado en un contexto de baja inflación, reducción de la pobreza y de la desigualdad social.
Al reunirse con integrantes de la Comisión de Vigilancia de la Auditoria Superior de la Federación (ASF) para analizar la cuenta pública 2013, apuntó que el reto de México, de su gobierno y en general de las fuerzas políticas y sociales del país es alcanzar las tasas de crecimiento económico de la época.
Sostuvo que este reto en el singularmente complejo mundo actual es realizable, como lo ejemplifica la experiencia exitosa de diversos países como China, India, Emiratos Árabes Unidos, los tigres asiáticos, y algunos países de América Latina y África.
A su parecer, las innumerables reformas estructurales que México ha emprendido desde 1983, han sido incapaces de emular el éxito en el crecimiento de los países y regiones citados.
Sin embargo, señaló que han transcurrido tres décadas desde su instrumentación (y dos décadas desde la privatización sistémica de activos públicos), tiempo suficiente para una evaluación integral de la falla del modelo vigente.
Para el período 1993-2013, la tasa real de crecimiento promedio de la economía mexicana fue de 2.6 por ciento.
Recordó que entre 2013 y 2014 fueron aprobadas diversas reformas estructurales que pretenden sentar las bases de un nuevo crecimiento económico.
Romero Gudiño enfatizó que se presenta una gran oportunidad, un momento histórico singular para la fiscalización superior en relación a esas reformas, consistente en que la labor auditora identifique los obstáculos que enfrentarán los programas derivados de las políticas públicas de las reformas estructurales. Es momento de avanzar hacia una fiscalización prospectiva.
Hizo notar que en 2013, la economía mexicana logró un crecimiento real de 1.4 por ciento, como resultado del aumento del comercio y los servicios (2.5 por ciento) y de la actividad agropecuaria (0.9 por ciento), dado que la industria descendió 0.5 por ciento.
Asimismo, destaca el notable crecimiento del sector financiero de 9.8 por ciento. Dicha tasa de crecimiento económico fue inferior a la del año 2012 cuando aumentó 4.0 por ciento y similar a la tasa de 2008.