El ajuste preventivo al gasto público del Gobierno Federal es una medida adecuada que contribuirá a evitar un deterioro en la confianza de hogares, empresas e inversionistas, destacó el Banco de México (Banxico).
Al informar al Senado que se ajustaron las previsiones para el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del país a un intervalo de entre 2.5 y 3.5 por ciento para este año, sostuvo que el ajuste también fortalecerá las condiciones para hacer frente al entorno externo.
Para Banxico el ajuste fiscal, acompañado de una postura monetaria congruente con la convergencia de la inflación, “fortalecen los fundamentos de la economía mexicana y contribuyen a generar un entorno propicio para mayor crecimiento con inflación baja”.
Asimismo, considera que ese cambio facilitará la transición de la economía mexicana a una nueva circunstancia externa, y ayudará a evitar una posible situación de astringencia financiera, derivada de dudas sobre la sostenibilidad de la deuda pública y cuentas externas.
En el documento, del que se dio cuenta al Pleno camaral y que se turnó a la Comisión de Hacienda y Crédito Público, el banco central subraya el entorno externo menos favorable, la disminución en la plataforma de producción petrolera y la debilidad en componentes de la demanda interna.
Del mismo modo anticipa que la inflación se mantenga en tres por ciento durante los próximos meses y que cierre el año ligeramente por debajo de dicho nivel.
El Banco de México señala que para hacer frente a la compleja coyuntura externa es indispensable preservar la estabilidad macroeconómica, y ello depende en buena medida de asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, consolidar un entorno de inflación a la baja y mantener la estabilidad del sistema financiero.
En ese sentido, hizo énfasis en que es necesaria una reingeniería del gasto para 2016, por lo que para el proceso de elaboración del Presupuesto de Egresos del año próximo se prevé una revisión integral de la estructura del gasto público, de modo que en su planeación deje de hacerse de manera inercial y en ese año parta de una “base cero”.
Indicó que el presupuesto “base cero” consistirá en evaluar cada uno de los renglones del gasto, partiendo siempre de cero; es decir, se elaborará como si fuera el primer presupuesto que realiza el gobierno, donde se evaluará y justificará el monto y necesidad de cada rubro.
De esta manera, la elaboración del presupuesto se basará fundamentalmente en las necesidades reales de las erogaciones para el año siguiente, sin utilizar referencias de los años anteriores, lo que implicaría una reingeniería del gasto público.
Esta medida, se considera en el documento, es una oportunidad para corregir la inercia que lleva a que exista una baja flexibilidad en la planeación de presupuesto, debido al alto nivel de gasto destinado a las erogaciones regularizables, como los servicios personales y el gasto de operación de los organismos y empresas públicas.
Con ello se buscará eliminar duplicidad en funciones, estructuras y priorizar los proyectos de inversión con mayor impacto social y económico, concluyó.