La creciente adopción de Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) en diversos ámbitos políticos, económicos y sociales en el país genera beneficios y nuevas oportunidades en diversos campos, aunque también abre las puertas para nuevas amenazas.
Al respecto, la consultora The Competitive Intelligence Unit (CIU), afirmó que día con día los delitos e inseguridad en la red adquieren mayor importancia, no sólo por el aumento en su recurrencia, sino también por la falta de preparación de los países para responder las amenazas.
Bajo este panorama la Organización de los Estados Americanos (OEA) en su estudio “Tendencias de Seguridad en América Latina y el Caribe” revela que tan solo en México los costos anuales generados por ciberdelitos en 2014 ascendieron a tres mil millones de dólares, los cuales afectan al sector público, privado y civil.
Los riesgos en materia de seguridad cibernética que fueron denunciados incluyen desde malware, phishing y hackeos, hasta incidentes de fraude y extorsión, difamación, amenazas, robo de contraseñas, suplantación de identidad y acoso.
La OEA reconoce que existen esfuerzos en el país para impulsar este tipo de seguridad, tales como la creación del CERT-MX (Equipo de Respuesta a Incidentes de Seguridad Cibernética) o la operación de la División Científica de la Policía Federal.
En tanto, de acuerdo con el “Índice Global de Seguridad 2014” de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), el país cuenta con un bajo nivel de preparación ante ciberamenazas.
El reporte evalúa la respuesta general de más de 100 países ante la inseguridad cibernética, al utilizar una escala de evaluación entre 0 y 100 puntos.
De este modo, cada país cuenta con una calificación que puede repetirse derivando en un ranking con 29 posiciones, entre las cuales México ocupa la 18, a la par de Perú, Vietnam y Burkina Faso.
Así, México cuenta con una calificación global de 32.4 sobre 100, lo cual implica que se ubica 12.3 puntos por debajo del promedio global.
En Latinoamérica, lo anterior implica que México se sitúa por encima de países como Paraguay y Venezuela, pero por debajo de otros como Brasil, Uruguay, Argentina, Costa Rica, Chile y Colombia.
El Índice Global de Ciberseguridad se centra en cinco principales indicadores o áreas, que son las medidas legales, técnicas, orgánicas, capacitación y cooperación tanto nacional como internacional.
Al considerar lo anterior, México tiene como fortalezas sus medidas técnicas, mientras que su principal debilidad son las medidas orgánicas.
Ello, explicó la consultora, indica que el país cuenta con instituciones y marcos técnicos de ciberseguridad que incluyen equipos contra incidentes cibernéticos, pero no tiene una planificación y estructuras orgánicas que promuevan la implementación de medidas de este tipo de seguridad entre distintos sectores e instituciones.
Debido a lo anterior México registra bajos niveles en materia de marcos legales e instituciones encargados de tratar la seguridad en línea.
Ello, aunado a programas de capacitación, certificación, desarrollo de profesionales y certificación de organizaciones de carácter público en esta materia.
Abunda que este patrón se refleja en una falta de mayor desarrollo en materia de marcos para cooperación nacional e internacional y redes de divulgación de información.
A la par existe una creciente dependencia en las TIC en los diversos ámbitos del desarrollo nacional, además de un constante aumento en la necesidad de cerciorarse de que los sistemas que se implementan en campos como la salud, la educación, los servicios gubernamentales o la industria sean seguros.
“Hasta ahora, por medio de las recientes reformas en materia de telecomunicaciones y la Estrategia Digital Nacional, se ha dado prioridad en México a la digitalización de la población y los servicios públicos, pero el tema de la ciberseguridad no ha recibido el mismo ímpetu” puntualiza CIU.
La consultora concluye que es de gran importancia iniciar con la elaboración e implementación de estrategias y planes nacionales que agilicen la transición hacia un ciberespacio seguro en que sea posible aprovechar al máximo los enormes beneficios que generan estas nuevas tecnologías.