Los ministros de finanzas del G-20 analizarán en Venecia la iniciativa para gravar más equitativamente a las multinacionales, un proyecto elaborado por 130 países que representan el 90% del PIB mundial.
A priori, los diecinueve países más ricos del mundo y la Unión Europea deberían aprobar la medida. Todos se han adherido al marco general de la reforma negociada el 1 de julio bajo el auspicio de la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE), incluidos China e India.
El ministro de Economía italiano, Daniele Franco, cuyo país preside por turno el G-20, se dijo “confiado” ante la posibilidad de concluir “un acuerdo político” entre el viernes y sábado en Venecia, lo que ·podría cambiar radicalmente la arquitectura actual de la tributación internacional”.
Pero las negociaciones continúan detrás de los biombos para convencer a los países más recalcitrantes, entre ellos Hungría, Irlanda y Estonia, reacios a respaldar un impuesto global mínimo “de al menos el 15%”, como previsto en el acuerdo.
Hungría e Irlanda en contravía a la comunidad internacional
Ansiosos por mantener su condición de paraíso fiscal para atraer inversiones, ofrecen tasas más bajas – un 9% en Hungría y 12,5% en Irlanda- o proponen prácticamente gravar solo el pago de dividendos, como es el caso de Estonia.
Sin embargo, la aprobación por parte de esos tres Estados europeos es fundamental para la Unión Europea (UE), debido a que la adopción de una directiva europea para un impuesto mínimo requiere la aprobación por unanimidad de todos sus miembros. “Haremos todo lo posible para convencer a esos Estados europeos para que se unan a este compromiso”, prometió el martes el ministro francés de Economía, Bruno Le Maire.
La otra parte del acuerdo, que prevé gravar a las empresas en el país donde realizan su facturación y no solo donde tienen su domicilio, genera menos polémica. Su objetivo es distribuir mejor los ingresos fiscales entre los países afectados.
El objetivo es evitar que las multinacionales y especialmente los Gafa (acrónimo de Google, Amazon, Facebook y Apple), que se han beneficiado enormemente con la pandemia de covid-19 y los encierros, paguen impuestos irrisorios sobre sus ingresos. Una vez que el nuevo sistema fiscal esté en marcha, alrededor de 2023, los impuestos digitales nacionales que ahora imponen países como Francia, Italia o España, estarán condenados a desaparecer.
Unión Europea impondrá impuesto digital
Sin embargo, la UE tiene la intención de anunciar en breve su propio impuesto digital, que supuestamente financiará su mega plan para la reactivación económica de 750.000 millones de euros, un proyecto al que Washington se opone por considerarla una medida discriminatoria contra los gigantes tecnológicos estadounidenses.
Es más, ese proyecto europeo podría “descarrilar por completo” las actuales negociaciones internacionales sobre la reforma fiscal, advirtió Estados Unidos. Un primer acuerdo pactado en Londres durante el G7, a principios de junio, dio un buen impulso a las negociaciones, empantanadas durante la presidencia de Donald Trump y que se reanimaron con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca.
“Joe Biden ha vuelto a poner a Estados Unidos en el centro de la política mundial, con una estrategia multilateral que ha contribuido de manera decisiva al acuerdo”, explicó Stefano Caselli, profesor de Finanzas y Asuntos Internacionales de la Universidad Bocconi de Milán. “Será seguramente un acuerdo histórico, pero marca solo el comienzo del camino” hacia una reforma efectiva, agregó.
Un camino plagado de obstáculos, incluso en el Congreso de Estados Unidos, donde Joe Biden solo tiene una frágil mayoría y donde los republicanos están ferozmente en contra de la reforma. La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, celebró el miércoles el “acuerdo histórico” sobre el impuesto global que permitirá que “empresas muy rentables paguen lo justo en todas partes”.
También instó a los países del G-20 a actuar lo más rápido posible a favor de los países más pobres que enfrentan “una devastadora doble crisis” por la pandemia. Esas naciones “corren el riesgo de perder la batalla contra el virus y podrían perder también la oportunidad de sumarse a una transformación histórica hacia una nueva economía basada en lo verde y lo digital”, advirtió.
También se espera que las discusiones del G-20 se centren en la recuperación poscovid, en los riesgos inflacionarios y en el cambio climático.
(dw.com)