El joven normalista Yanqui Khotan Gómez Peralta marchó por última vez en las calles de Tixtla, pero ahora, en un féretro, cargado en hombros por sus compañeros de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, que lo despidieron, en medio de la incertidumbre que rodea su muerte.
En esta ocasión no hubo consignas, ni reclamos por la desaparición de los jóvenes 43 o el esclarecimiento de los hechos.
El enojo quedó en los rostros de los jóvenes de cabeza rapada, en la ropa del muchacho de 23 años colocada sobre el ataúd, en la tambora mixteca que acompañó la caminata bajo el sol, y en los danzantes Tlacololelos, con sus sombreros de flores, que golpearon con fuerza el suelo con un chirrión de cadena y palma: Ayotzinapa está de luto.
“Nos entristece y nos recuerda una vez más hasta qué punto es frágil y breve la vida del hombre pero en este momento triste nuestra fe nos confronta y nos asegura que Cristo vive eternamente”, comentó ‘El Padre Fili’.
La última marcha de Yanqui Khotan comenzó con una ceremonia privada en la escuela donde cursaba su segundo año, y avanzó a pie hasta la Parroquia de San Martín de Tours, dónde se llevó a cabo una misa para despedir a este joven que recibió una bala en la cabeza la noche del jueves.
“Y el amor que nos tiene es más fuerte que la misma muerte, por ello nuestra esperanza no debe de vacilar”, recalcó el director del centro de derechos humanos Minerva Bello.
A su llegada, fue recibido con agua bendita, incienso, coronas de flores y lágrimas de su madre. Ni municipales, estatales o federales, ninguna autoridad estuvo presente.
“Escucha señor nuestras súplicas que imploramos tu misericordia”, fueron las palabras del sacerdote Filiberto Velázquez, encargado de acompañar a la familia en el duelo y oficiar la misa de despedida.
La caminata, avanzó entre las calles de esta comunidad guerrerense, que respaldó a los marchantes; en algunos hogares fueron colocadas lonas en apoyo a las causas de los normalistas, y en otros casos, la gente simplemente salió para ver pasar la peregrinación. “Cuídense muchachos”, les decían.
Más de 300 personas acudieron a esta marcha, la mayoría pertenecientes a la normal de Ayotzinapa, pero también otros se unieron estudiantes de otras escuelas que se sumaron a la marcha en silencio. Llegaron a la parroquia y avanzaron por la avenida Altamirano, para concluir en el panteón De la Villita.
(milenio.com)