Un letrero de lámina y una casa a punto de ser tragada por el río es lo único que le queda a María de los Ángeles tras el paso del huracán ‘John’ hace dos semanas.
“Es lo que me dejó, qué le puedo decir, nos dejó en la calle… Se fue todo mi trabajo, no tengo nada y estoy a la espera de que lleguen las autoridades”, lamentó la mujer. Ha pasado casi un año desde que ‘Otis’ golpeó a Guerrero, dos semanas del embate de ‘John’ y siete días del cambio de gobierno en Coyuca de Benítez, y la gente sigue esperando ayuda. “No tengo dónde trabajar, no sé qué hacer realmente”, dijo entre lágrimas.
El Varadero La Estación, un pequeño paraje en la Barra de Coyuca de Benítez, Guerrero, que hasta hace unos días vivía de la pesca de róbalo y del poco turismo que llega para pasear en lancha, se ha convertido en pantano.
Ya no hay arena dorada, las enramadas quedaron en el suelo, no hay muelles y las embarcaciones apenas pueden pasar.
“Todo esto era una playa, pero la corriente del río fue muy fuerte y se llevó todo… de aquel lado quedó automáticamente el pueblo”, narró Alberto Díaz Apolonio, delegado ejidal del Varadero La Estación.
Aún se desconoce la cantidad exacta de damnificados en la Costa Grande, pero se cuentan por miles. En Coyuca de Benítez la mayoría fueron viviendas y negocios locales, muchos afectados por el huracán ‘Otis’ en octubre del año pasado, pero la tarde del jueves 26 de septiembre, John se convirtió en la estocada final para pescadores, hoteles, restaurantes y palapas.
Las pocas pertenencias que les quedan se las están robando: “Están sacando mis cosas… está la rapiña, es una tristeza, porque ven que uno se quedó completamente sin nada y aún así se las llevan… no se vale”, afirmó María.
Acusó que la Guardia Nacional ni policías estatales vigilan la comunidad. “Estamos completamente solos”.
En la colonia Lázaro Cárdenas, conocida como La Laja, el cerro cubrió una docena de hogares. Los electrodomésticos, que apenas habían sido entregados en junio del año pasado por el gobierno federal tras el paso de ‘Otis’, quedaron cubiertos de lodo.
A diferencia de hace un año, cuando las ráfagas de viento arrancaron de tajo los techos de lámina, ‘John’ trajo cinco días de lluvias que reblandecieron la tierra y que arrasaron con una docena de viviendas.
“Los de Protección Civil entraron.. que aquí ya no puede haber casas, que nos tienen que reubicar. Yo les pido a la gobernadora y a la Presidenta que nos apoyen, porque ¿dónde voy a hacer mi casita?”, pidió Zuleima Ramos
Transición en medio de la tormenta
En medio de la incertidumbre por el paso de dos huracanes, un nuevo gobierno municipal llegó a Coyuca de Benítez. El pasado 29 de mayo, en su último evento de campaña, José Alfredo Cabrera, candidato de la coalición PRI, PAN y PRD, fue asesinado a quemarropa.
Tras su asesinato, Víctor Hugo Catalán Díaz de Morena resultó ganador de la elección, quien deberá sacar a Coyuca del lodo.
“Por donde quiera inseguridad, pues. Muertos, matan y así… cosas… ya uno tiene miedo. Luego nosotros presenciamos la muerte de un candidato y luego que yo llevaba a mis dos niños, estábamos espantados con eso…”, recuerda Zuleima.
La toma de protesta se dio en medio de la tragedia, retrasando cualquier tipo apoyo gubernamental por parte de la administración municipal, dejando a la indefensión a unas 400 familias en este pueblo guerrerense.
“Quiero pensar porque fue el cambio de gobierno, están ahorita ocupados y quizás la prioridad son personas que perdieron aún más que yo pero también nosotros necesitamos la ayuda”, justifica María de los Ángeles.
Aunque existe confianza en que la cosas se resuelvan pronto; “Esperemos que el señor cumpla con lo que prometió y que sea diferente”, advierte Zuleima.
Pero mientras eso sucede, es la sociedad civil, agrupaciones religiosas y organizaciones internacionales, quienes se han encargado de alimentar a la gente que perdió todo en la Costa Grande, frente a los ríos, que cada año, se desbordan.
(milenio.com)