Mérida.- La capital yucateca, que concentra el 50 por ciento de la población del estado, cuenta con recursos hídricos que garantizan su cantidad y calidad hasta por lo menos dos décadas.
Al respecto, el director de la Junta de Agua Potable y Alcantarillado de Yucatán (Japay), Manuel Bonilla Campo, dijo que el reto es lograr una adecuada cultura para su saneamiento y cuidado.
Indicó que por las condiciones de su suelo y sus ríos subterráneos, esta entidad federativa es rica al tener “agua cerca, aunque no en abundancia, pero si la necesaria para solventar las necesidades de la población”.
En entrevista, subrayó que el mayor reto en Yucatán, donde el drenaje es casi inexistente, es fomentar una cultura del saneamiento.
Sólo así es posible motivar el interés de todos por apoyar el regreso al subsuelo del agua en las condiciones mínimas o suficientes para que sea reutilizable y así contar con un círculo virtuoso en cuanto a su consumo o destino final, planteó.
Por el momento, refirió, el desafío para garantizar el suministro de agua es “activar y reactivar” pozos en las zonas de captación.
Empero, para Bonilla Campo, el mayor esfuerzo público y social debe estar enfocado “a ir más a prisa y tener la cultura del saneamiento, donde las nuevas casas y edificios tengan sistemas de drenaje y plantas de tratamiento, a fin de garantizar que el agua que se devuelve a la subsuelo se encuentre en buen estado”.
Por el momento, acotó, “hay agua para satisfacer la demanda un par de décadas más.
Dijo que aunque el objetivo es tenerla, “no sólo tenerla sino que esta sea de buena calidad. Hay que cuidar cómo la llevamos otra vez al suelo y para ello se necesita de un tratamiento”.
Y es que por las condiciones de su suelo, compuesto de una gran cantidad de roca firme, al que se denomina laja, “en Yucatán en algún momento era muy costosa e inviable la formación de una red de drenaje y es en fechas recientes, con moderna maquinaria, que se ha podido introducir drenaje en los nuevos fraccionamientos”, abundó.
“Afortunadamente en los últimos años hay una preocupación de los vivienderos, de los colegios, de los funcionarios para poner candados e impulsar estrategias para coadyuvar” en la tarea del cuidado del agua y evitar su contaminación”, añadió.
“Y es que una de las prácticas más común de los meridanos fue la conversión de pozos para obtener agua o de cenotes en fosas sépticas”, lamentó.
Poco a poco, abundó, gana terreno el saneamiento del agua, pero lo importante es que la gente tome conciencia de que el líquido vital que sea devuelto al suelo debe ser tratado.
Refirió que una familia meridana compuesta por padre, madre y “2.7 hijos” puede consumir 20 metros cúbicos de agua al bimestre, es decir, 10 metros cúbicos por mes “para lo cual tenemos todo diseñado para un porcentaje un poco mayor en las épocas de calor”.
Sin embargo, dijo, “el bajo costo de las tarifas no alientan el cuidado y saneamiento del agua, pues por cada 10 mil litros en promedio se pagan 36 pesos, esto es ni un peso diario y si lo vemos por volumen es insignificante”.
Subrayó que “tenemos que valorar mucho más el agua por lo que significa, pues para nosotros ante una fuga el interés no se centra en cobrar más, sino que no gaste (el agua) que no requieren, porque nos cuesta producirla y nos cuesta su dispendio”.
Apuntó que en esta capital se ha logrado instalar casi 30 plantas de tratamiento “y se está haciendo un diagnóstico integral de planeación para ver si se requiere algún otro tipo de planta de mayor capacidad porque tenemos desde cinco a 30 litros por segundo”.
El tema del saneamiento, señaló, “ha ido en aumento y las personas que habitan en las nuevas unidades habitacionales son muy responsables y coadyuvan para tratar de subir ese índice de cuidado del agua para el beneficio de los propios yucatecos”.