Cada día que pasa nos percatamos más de lo extendida que está la corrupción en nuestros tiempos. Sin embargo creo que no sólo en nuestros tiempos, sino que desde que el hombre ha pisado la faz de la tierra.
La corrupción es el mal de la sociedad que descompone todo lo que alcanza. No tiene límites ni medida, no se detiene ante nada. De hecho, no se detendrá. ¿Duro? Es cierto. ¿Quién va a parar esta condición humana? ¿Se terminará cuando el último cierre la puerta? ¿O quedará alguien afuera para sembrar otra vez la semilla?.
En esta nuestra época hemos visto, cada vez con más frecuencia, detenciones, consignaciones y encarcelamientos. Obviamente esto no es privativo de nuestro país. Se da a nivel mundial, y con más fuerza y frecuencia que aquí.
Presidentes de repúblicas, secretarios de Estado, ministros, procuradores de justicia, etc. Todos los servidores públicos que usted imagine. No escapa ningún nivel ni área alguna.
Pero de repente nos enteramos con certeza de otra cloaca que sabíamos que existía pero a la que no le dábamos la importancia debida porque es parte de la distracción multitudinaria a nivel mundial: el fútbol profesional.
En estos días se ha destapado el cenagal gigantesco en Suiza, sede de la FIFA (Federación Internacional de Futbol Asociado), y habida cuenta de las cantidades billonarias que ingresan por patrocinios y apoyos de las más grandes firmas negociadoras del planeta, es lógico que los sobornos o las extorsiones estén permanentemente a la orden del día.
Estados Unidos, por medio de su Buró de Investigaciones, y molestos por las designaciones de las sedes para los Campeonatos Mundiales de Fútbol de 2018 a Rusia y de 2022 a Qatar, iniciaron investigaciones de supuestos fraudes y procedieron a detener a los primeros sospechosos para ser sujetos de juicios penales.
Efectivamente la trama de sobornos funcionaba sistemáticamente de forma que los organizadores de los torneos ofrecían los derechos de promoción y retransmisión a compañías de comercialización deportiva, que a su vez los venden a las cadenas de televisión. Los directivos imputados se comprometían a dar su apoyo a estas firmas a cambio de sobornos.
Lo que no se sabe con certeza es si Joseph Blatter, presidente de FIFA sabía que ese dinero iba a ser utilizado de forma ilegal. La FIFA insiste en que las transferencias realizadas siguieron las reglas que establece la organización y precisa que el secretario general no disponía de la autoridad para hacerlas.
Los responsables de la candidatura otorgada a Sudáfrica en 2010 insisten que hubo un pago destinado al fondo de desarrollo del fútbol en el Caribe, por lo cual se considera que fue legítimo.
Fikile Mbalula, actual ministro de Deportes en Sudáfrica, insiste en que cuando se organizó el Mundial negociaron “con personas, no con mafiosos”. “Si después se convirtieron en criminales, no es nuestro problema”.
Los patrocinadores de la FIFA, entre ellos McDonald’s, lamentan que estas investigaciones perjudican la imagen del deporte.
Chuck Blazer quien fuera vicepresidente de la Concacaf, confesó en 2013 al Departamento de Justicia de los Estados Unidos el cobro de dinero para adjudicar el mundial de Sudáfrica de 2010. Blazer fue una de las principales figuras en el fútbol estadunidense.
La Concacaf es la confederación que hace de paraguas del negocio de este deporte en Estados Unidos, Canadá, Centroamérica y el Caribe. Es la misma asociación que presidió Jack Warner posteriormente. El cargo le permitió disfrutar de una vida repleta de lujos. Pero nunca declaró lo que cobraba por sus servicios en la FIFA.
El nombre de Blazer afloró junto al de Warner entre los 14 imputados por la trama de corrupción hace una semana en Suiza. En su caso ya se declaró culpable del fraude en 2013 y tuvo la opción dos años antes de convertirse en informante de las autoridades federales estadunidenses para evitar ir a la cárcel por evasión fiscal.
Los documentos y las grabaciones de reuniones con otros directivos empezaron a circular.
El Departamento de Justicia norteamericano informó hace dos días que la declaración muestra el origen de la mayor crisis que vive el organismo que rige el fútbol mundial y que obligó a renunciar a su presidente, Joseph Blatter. El documento no se publicó antes para no afectar toda la investigación en curso.
Blazer declaró ante tres agentes, uno del FBI, otro de la agencia que participó en el operativo y el tercero no se identifica. Blazer dijo en cierto momento que padecía un “cáncer rectal” y que estaba en tratamiento de quimioterapia. “El diagnóstico es bueno”, indicó antes el juez. Además, mencionó problemas cardiovasculares.
Se determinó que la medicación no le creaba problemas al sospechoso para proceder con el proceso y se le preguntó si entendía las implicaciones que tenía su declaración ante el gran jurado.
Blazer precisó que la conspiración fue llevada a cabo por “un grupo de individuos” para conseguir un objetivo concreto. Más adelante manifestó; “Yo y otros ejecutivos en el comité de la FIFA aceptamos sobornos en conjunción con la selección de Sudáfrica como nación que iba a acoger el Mundial de 2010”. También declaró que estuvo involucrado en la selección del Mundial de 1998.
“Acordé con otra persona allá por 1992 que le facilitaría la aceptación de un soborno en conjunción con la selección de la nación anfitriona”, declaró.
Como explicó ante la corte, como miembro de la FIFA su responsabilidad fue la de seleccionar los países que iban a hacer de anfitriones de los mundiales.
El largo testimonio revela que empezó a participar junto a otros directivos de la FIFA en la trama corrupta ya en 1993. Desde entonces hasta 2003 aceptó dinero ilícito para distribuir los derechos de retransmisión de diferentes torneos.
Jack Warner una de las principales figuras investigadas por el escándalo de corrupción que azota al organismo internacional ha amenazado con destapar nuevas corruptelas.
Warner ha asegurado que dispone de documentos y cheques de la FIFA que tienen que ver con sus transacciones internacionales y de su presidente, Joseph Blatter.
Jack Warner, quien fuera presidente de la Concacaf entre 1999 y 2011, ha dicho temer por su vida tras anunciar que colaborará con la justicia. “He reunido una serie de informes detallados en los que se incluyen cheques y los he depositado en distintos lugares y en diferentes manos. Pido perdón al pueblo de Trinidad y Tobago por haber permitido estos comportamientos”.