Miles de personas tomaron las calles de Brasil este sábado para exigir la destitución del presidente Jair Bolsonaro, investigado por supuestas irregularidades con vacunas contra la covid-19, que ya mató a más de 520 mil personas en el país. Es la tercera jornada de manifestaciones contra el gobierno, que viene enfrentando una presión creciente por una investigación parlamentaria sobre presuntas omisiones la gestión de la pandemia
Las manifestaciones transcurrieron en forma pacífica, ocuparon las calles de cientos de ciudades del país —siendo São Paulo, Río de Janeiro y la capital Brasilia las más destacadas— y tuvieron como principal consigna el grito “Fuera Bolsonaro”, que los últimos días ha unido a partidos del arco progresista y a grupos conservadores, que pasaron a engrosar la oposición a la ultraderecha que encarna el gobernante.
En Brasilia, la protesta se concentró ante la sede del Congreso, para reforzar la presión por un juicio político contra Bolsonaro. Otras capitales estatales como Belem, Recife, y Maceió también registraron manifestaciones con pancartas que rezaban “Bolsonaro genocida”, “Impeachment ya” y “Sí a las vacunas”.
Las crecientes sospechas de corrupción en la compra de vacunas, que serán investigadas por la Procuraduría General de la República, y el negacionismo de Bolsonaro ante una pandemia que ya mató a más de 520 mil brasileños, llevaron a la oposición de izquierda y derecha a oficializar ante la Cámara de Diputados un pedido de destitución del presidente.
Para la médica Patricia de Lima Mendes, 47, que participaba de un acto en el centro de Rio de Janeiro, el gobierno es el principal responsable por el alto número de muertes.
“Son más de 500 mil vidas asesinadas por este gobierno, por decisiones espurias, fake news, mentiras, y ahora ese escándalo absurdo de corrupción en relación a las vacunas”, dijo Mendes.
El #CovaxinGate reanimó las protestas contra Bolsonaro
Las sospechas con las vacunas pasan sobre todo por la Covaxin, del laboratorio indio Bharat Biotech, y un contrato de intención de compra negociado con un “intermediario” local ya investigado desde 2017, por “venderle” al Gobierno un lote de medicamentos que jamás entregó.
Además, se comprobó la existencia de un acuerdo paralelo, según el cual parte de los 320 millones de dólares que Brasil pagaría por esas vacunas sería dirigido a una empresa fantasma con sede en Singapur que no figuraba en el contrato.
Una comisión del Senado que investiga la gestión de la pandemia por parte del gobierno de Bolsonaro dice tener pruebas de que el mandatario ignoró informaciones que le fueron dadas por un diputado oficialista sobre irregularidades en esa operación, que fue suspendida sólo cuando se revelaron esas sospechas.
Por ese asunto, la Corte Suprema autorizó a la Fiscalía General a abrir una investigación penal contra Bolsonaro, que hasta pudiera costarle el poder si se comprueba que incurrió en delitos.
Más allá de la Covaxin, esta semana surgió un cabo de la Policía, admirador de Bolsonaro, que confesó haber intentado venderle al gobierno 400 millones de dosis de la vacuna de AstraZeneca, pero que finalmente suspendió el negocio cuando un director del Ministerio de Salud le pidió comisiones equivalentes a un dólar por unidad.
El funcionario acusado de exigir la coima fue destituido y la denuncia del rocambolesco negocio del cabo Luiz Dominguetti, que la propia AstraZeneca confirmó que era falso, pudiera ser anexada a las investigaciones sobre las vacunas anticovid, que hasta principios de este año el gobierno se negaba a adquirir.
La baja popularidad de Bolsonaro lo acerca al juicio político
Bolsonaro, en el poder desde 2019, niega que haya ocurrido cualquier acto de corrupción en su gobierno y asegura que la comisión parlamentaria es una “payasada” para sacarlo del poder.
La oposición presentó esta semana un “superpedido de impeachment”, que condensa un centenar de pedidos de destitución ya presentados ante la Cámara de Diputados con más de 20 acusaciones diferentes contra el mandatario.
Las manifestaciones contra Bolsonaro han crecido en las últimas semanas, al tiempo que la imagen del gobernante ha sido horadada por las sospechas con las vacunas y la investigación del Senado sobre la responsabilidad del Gobierno en el descontrol de la pandemia.
Según una reciente encuesta del instituto Ipec, la reprobación al Gobierno pasó del 39 por ciento que tenía en febrero al actual 50 por ciento. El mismo sondeo mostró un dato más que preocupante para el futuro de Bolsonaro, quien aspira a renovar su mandato en las elecciones de octubre del año próximo.
De acuerdo al Ipec, si los comicios fueran hoy, el ex presidente progresista Luiz Inácio Lula da Silva sería elegido ya en la primera vuelta con un 49 por ciento frente al 26 por ciento que obtendría Bolsonaro, quien en los últimos días ha calificado las encuestas de “mentira” y alertado a sus seguidores de que está en marcha un “fraude” para 2022.
(milenio.com)