Río de Janeiro.- La presidenta brasileña Dilma Rousseff planea sustituir a la presidenta de la petrolera estatal Petrobras, la mayor empresa de Brasil y pilar estratégico de la economía del país, como consecuencia de escándalos de corrupción.
Rousseff, amiga personal de la presidenta de Petrobras, María das Graças Silva Foster, se reunió con la funcionaria para abordar su sustitución ante la insostenibilidad de que siga en el cargo tras las últimas revelaciones, según la prensa brasileña, que cita fuentes gubernamentales.
Los principales diarios del país aseguran que su salida, a la que Rousseff se opuso en los meses anteriores, está motivada por las presiones de algunos sectores internos del Gobierno y del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, mentor político de Rousseff y hombre de gran influencia.
Los medios brasileños aseguran que la salida de Graças Silva como presidenta de la mayor empresa brasileña, que emplea a más de 80 mil personas y gestiona buena parte de los inmensos recursos generados por la extracción de hidrocarburos en el país, está decidida, pero se desconoce cuándo será anunciada, pues no hay aún sustituto.
Como consecuencia de los rumores del cambio de presidente, la acción de Petrobras –que la semana pasada cayó en torno al 13 por ciento en dos jornadas- se recuperaba este martes y prácticamente lograba todo lo perdido a pocos minutos para el cierre de la Bolsa de Sao Paulo.
Analistas y expertos consideraban insostenible que Graças se mantuviera en el puesto después de que la semana pasada Petrobras publicara su balance parcial del tercer trimestre, en el que señaló que contratos por valor de 34 mil millones de dólares podrían estar afectados por sobrefacturación, con el objetivo de desviar dinero desde la corporación.
La Operación “Lava Jato” (“Operación Limpieza”) es considerada por el fiscal general de Brasil como el mayor caso de desvío de dinero de la historia del país, y cientos o incluso miles de millones de dólares habrían salido ilícitamente desde la estatal Petrobras para funcionarios, políticos y formaciones como el propio Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff.
Ese desvío se llevaría a cabo por medio de sobrefacturación de contratos y del pago de comisiones que llegarían al 3.0 por ciento de los contratos firmados por la petrolera con suministradores de bienes y servicios.