Roma.- Sergio Mattarella tomó posesión hoy como presidente de Italia en una ceremonia en el Parlamento en la que confirmó su intención de representar la unidad nacional y defender los principios constitucionales.
El mandatario, electo el sábado pasado en una votación de los “grandes electores” (parlamentarios y representantes regionales), prometió ser un “arbitro imparcial” y reconoció que la crisis económica “ha abierto nuevas heridas y creado nueva pobreza”.
Se refirió al aumento de desempleo, sobre todo entre los jóvenes y a la urgencia de realizar reformas institucionales y económicas que den respuestas “eficientes” a la comunidad, impulsando la consolidación financiera y el crecimiento económico.
Mattarella, de 73 años de edad, juez constitucional emérito y ex parlamentario democristiano, rindió homenaje a sus dos predecesores, Giorgio Napolitano y Carlo Azeglio Ciampi, presentes en el aula, así como al Papa Francisco.
El ahora jefe de Estado, cuyo hermano Piersanti fue asesinado en 1980 por la Cosa Nostra cuando era gobernador de Sicilia, recordó a los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, muertos en atentados de la mafia siciliana en 1992.
Dijo que debe ser una prioridad el combate a la mafia y también a la corrupción que “ha alcanzado niveles inceptables y devora recursos que deberían estar destinados a los ciudadanos”.
Se pronunció por “repudiar la guerra y promover la paz” y advirtió que el terrorismo fundamentalista“ ha lanzado su reto sanguinario sembrando luto y tragedias en todos los rincones del mundo y haciendo víctimas inocentes”.
“Estamos horrorizados ante la barbarie y de las decapitaciones de rehenes, frente a las guerras y matanzas en Medio Oriente y Africa y por los hechos trágicos de París”, señaló.
Advirtió que “considerar el reto terrible del terrorismo fundamentalista bajo la óptica del choque entre religiones o con otra civilización sería un grave error”.
“La amenaza es mucho más profunda y vasta. El ataque es contra los fundamentos de libertad, de democracia, de tolerancia y de convivencia”, advirtió.
El doceavo mandatario italiano recordó que el país “ha pagado en un tiempo no muy lejano el precio del odio y la intolerancia” y recordó Stefano Taché, niño judío muerto a los dos años de edad en un atentado terrorista contra la Sinagoga de Roma en octubre de 1982.
Subrayó la importancia de no olvidar a la Italia nacida de la Resistencia al fascismo y “renacida” tras la dictadura de Benito Mussolini y la ocupación nazi además de que recordó a los muertos en defensa de la democracia y la libertad.
Mattarella exhortó a las fuerzas políticas para que completen el proceso de reformas institucionales y “hagan más adecuada nuestra democracia”.
“Italia debe ser un pueblo cada vez más libre, seguro y solidario; un pueblo que se sienta verdaderamente una comunidad y que camine con una nueva esperanza hacia un futuro de serenidad y paz”, concluyó.
Tras la ceremonia celebrada en una sesión conjunta de ambas ramas parlamentarias en la Cámara de Diputados, Mattarella recibió los honores militares y se dirigió al Altar a la Patria, en la céntrica Plaza Venecia de Roma, donde depositó un ramo de flores ante la estatua del Soldado Desconocido.
El presidente estuvo acompañado por el primer ministro, Matteo Renzi y debido a la lluvia viajó en un auto cubierto, mientras el cielo era cruzado por aviones caza tricolores.
Al concluir el acto saludó al alcalde romano Ignazio Marino para luego dirigirse al Palacio del Quirinale, ex residencia de los papas y actual sede de la jefatura de Estado, donde vivirá durante los próximos siete años.
Viudo, padre de tres hijos y abuelo de seis nietos, Mattarella fue propuesto como candidato por Renzi pese a la oposición del líder del derechista partido Forza Italia, Silvio Berlusconi, invitado de piedra en la solemne ceremonia de inicio de mandato.
En Italia el presidente de la República es elegido por el Parlamento y tiene como principales funciones las de representar la unidad nacional, defender la Constitución y ser un árbitro imparcial en la lucha política.