El COVID-19 tiene todavía en vilo a la población mundial. Aunque la vacunación avanza, en Europa muchos países ya se enfrentan a una cuarta ola pandémica. El total de muertos en el viejo continente por el coronavirus es hasta la fecha de 1.207.715, según el recuento de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En América Latina y el Caribe, el SARS-CoV-2 causó 1.382.697 muertes desde su inicio. A nivel mundial, la OMS reporta 4,2 millones de muertes desde el comienzo de la pandemia.
Sin embargo, surgen dudas acerca de lo acertado e incluso lo veraz de esas cifras. Dos académicos, el israelí Ariel Karlinsky, economista de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y el alemán Dmitry Kobak, neurocientífico de la Universidad de Tubinga, realizaron un estudio sobre el tema que fue publicado por la revista eLifejournal y echa luz sobre un aspecto de por sí muy controvertido de la pandemia de coronavirus.
Para obtener las cifras reales de muertos por coronavirus y confrontarlas con la información oficial de cada país, crearon la “Base de Datos de Mortalidad Mundial”, la mayor a nivel global, con la que compararon la supuesta cantidad de muertes debido al COVID-19 registrada y reportada por 103 países, con la cantidad de muertes ocurridas en ellos en años anteriores.
“A las causas diversas de muerte, por vejez, enfermedades, accidentes o violencia, las ‘muertes esperadas’, una cifra que usan los países para su pronóstico de muertes en los próximos mese o años, se agregan los fallecimientos por guerras, catástrofes naturales, acciones humanas, o por pandemias”, explicó Dmitry Kobak en entrevista con DW. Esas son las muertes “excedentes”.
De ese modo lograron deducir la cifra probable de “muertes excedentes” por cada 100.000 habitantes. Al calcular la diferencia entre ese excedente y las cifras provistas por los gobiernos de muertes por COVID se obtiene un índice que muestra si hay concordancia entre ambas informaciones.
¿En qué se basó su método de trabajo? “Lo que hicimos fue recolectar la tasa de mortalidad por todo tipo de causas, para cada mes. Si bien no pudimos hacerlo para algunos países que no proveen esa información, sí logramos cubrir bien a América Latina”, dijo. “De ese modo pudimos determinar un exceso de mortalidad desde el inicio de la pandemia, en 2020, hasta hoy, en comparación con la expectativa de mortandad en ese período”.
En el total de los países de América Latina comprendidos en el estudio, habría más de 320.000 muertes adicionales. El estudio las atribuye al COVID.
“El exceso de muertes, definido como el incremento de la mortandad por todas las causas en relación con la mortalidad esperada, es considerado un indicador más objetivo que la tasa de letalidad por COVID-19”, dijo por su parte a DW Ariel Karlinksy. “En el pasado, el número de muertos por la pandemia de ‘gripe española’ o la ‘Gran Peste’ se calculaba sobre la tasa de mortalidad excesiva. Después de todo, no es una medida nueva”, añadió. Lo nuevo es que ahora abarca a 103 países.
Cifras en tela de juicio en América Latina
El estudio pone en tela de juicio la precisión del registro de datos de varios países de América Latina. Las estadísticas, tanto de la OMS como la Organización Panamericana de la Salud, se nutren de los datos que les proveen los ministerios de Salud de los distintos países. Pero incluso la OMS alertó en 2020 sobre un conteo insuficiente del total de muertes atribuidas directa o indirectamente al COVID-19.
En América Latina, “el caso de Perú es de destacar, porque aunque al comienzo informó de una cifra menor, de 69.000 muertos, cuando en realidad llegaban a los 185.000, luego de que se criticara a las autoridades sanitarias, el Ministerio de Salud corrigió esos datos”, indica Kobak.
En cuanto a México, donde según el estudio la tasa de excedente es de 2,1 -es decir, más del doble-, “las autoridades informan día a día a los medios y actúan con gran seriedad en ese sentido. Pero si comparamos las cifras con el excedente de muertes, algo no cuaja”, sostiene. Entonces, ¿qué valor tienen las cifras que brinda el gobierno? “Ese es exactamente el objetivo, o la lección que deja nuestro trabajo: que las cifras que dan muchos países no son confiables. Pero eso no significa necesariamente que las autoridades estén mintiendo o lo hagan a propósito. No significa que alguien decidió ocultar esas muertes. Tal vez muchas muertes no se registran. Tal vez algunas personas mueren en su casa y no se los ingresa al sistema estadístico”, estima.
La excepción es Nicaragua, dice Kobak, ya que las autoridades de ese país centroamericano informaron 50 veces por debajo de la cifra de exceso de muertes.
¿Cuán objetivo es el estudio israelí-alemán?
Teniendo en cuenta que las condiciones socioeconómicas y de registro en los distintos países latinoamericanos plantean dificultades a la hora de encontrar la causa de las diferencias estadísticas, ¿cuán objetivo puede ser, en realidad, el método usado en este estudio?
Dmitry Kobak aclara ese punto: “Lo bueno de poder computar el exceso de mortalidad es que esos factores no juegan ningún papel. En cada país en particular sí lo juegan. Pero en cuanto al exceso de mortalidad, eso no importa, porque se trata de muertes por todo tipo de causas, semanales o mensuales. Por eso creemos que el resultado es más objetivo”.
A la pregunta de si podría haber otras razones para el incremento de fallecimientos, como, por ejemplo, el colapso del sistema médico en la pandemia, Kobak responde que “incluso si fuera así, eso sería una consecuencia colateral del coronavirus”. Y destaca que no es eso lo que se decanta de esas estadísticas. La tasa de conteo deficiente refleja en casi todos los países una diferencia bastante pequeña con las cifras provistas oficialmente. Es decir que cuando no coinciden, ese resultado también sería confiable. A nivel mundial, según la investigación, habría al menos 1.000.000 de casos más de los que informa la OMS.
Ariel Karlinsky dice que espera que los países tomen en serio estos hallazgos y vuelvan a verificar su número de muertos por COVID-19.
“El estudio también demuestra que América Latina en general fue probablemente una de las regiones más golpeadas por la pandemia a nivel mundial, al menos, antes de la última ola pandémica en India”, concluye el experto.
(dw.com)