Miami.- Con juventud, carisma, oratoria bilingüe y gran capacidad para recaudar fondos entre los conservadores, el legislador republicano Marco Rubio aspira a convertirse en el primer presidente latino de los Estados Unidos.
Rubio, de 43 años, quien este lunes lanzó su campaña para la Casa Blanca en las presidenciales de 2016, es el tercer candidato de su partido que competirá en las primarias republicanas, junto con los senadores Ted Cruz (Texas) y Rand Paul (Kentucky).
Nacido en Miami, Florida, Rubio es el segundo de tres hermanos del matrimonio de Mario Rubio y Oria García, inmigrantes que salieron de Cuba en 1956, previo a la llegada de Fidel Castro al poder.
Sus padres de origen humilde trabajaron fuerte para poder educar a sus hijos. Rubio creció en Las Vegas, mientras su padre ejercía como camarero en el Town Hotel Sams y su madre como ama de llaves en el Imperial Palace Hotel.
Pese a que el matrimonio no abandonó Cuba debido a la revolución de 1959, Rubio argumenta que no han podido regresar por existir en la isla “una dictadura” y no duda en arremeter cada vez que puede contra el régimen de los hermanos Fidel y Raúl Castro.
Desde su cargo como presidente del subcomité de Relaciones Exteriores para Latinoamérica del Senado, ha condenado al gobierno cubano y es uno de los más severos críticos de la política de distensión del presidente Barack Obama hacía Cuba y de las medidas hacia Venezuela.
Rubio ha señalado que crisis como las de Siria, Irak, Ucrania e Irán obligan a Estados Unidos a implicarse más en los asuntos mundiales.
Su carrera ha sido meteórica desde que en agosto de 2012 se dio a conocer en la Convención Nacional Republicana de Tampa, Florida, con un discurso en el que evocó sus raíces cubanas para presentar al entonces candidato republicano a la presidencia Mitt Romney.
Este joven senador, que rompe con el cliché del conservador tradicional, está casado con Jeanette Dousdebes, de origen colombiano, con quien tiene cuatro hijos, va a misa, aunque a la vez le gusta escuchar desde adolescente al rapero Grandmaster Flash.
Su capacidad oratoria le ha dado fama como recaudador de fondos, y cuenta con una red de tres comités de recaudación que han conseguido 14 millones de dólares entre 2013 y 2014, en un momento en el que no tuvo que participar en ninguna elección, según The Miami Herald.
El millonario de Miami, Norman Braman, amigo personal de Rubio, anunció su disposición a aportar 10 millones de dólares para ayudarlo a dar el salto a la Casa Blanca, informó el diario.
También es favorito para la red de donantes de los hermanos Charles y David Koch, Americans for Prosperity, que estima destinar 900 millones de dólares a la que será una de las carreras presidenciales más caras de la historia.
Ante la posibilidad de que se convierta en el primer inquilino de la Casa Blanca latino que habla español, el tema migratorio vuelve al centro de la política nacional.
Si bien Rubio llegó al Senado arropado por el movimiento ultraconservador del Tea Party en 2010, patrocinó la búsqueda de una reforma migratoria que solucione la cuestión de los más de 11 millones de indocumentados existentes en el país.
Pese a que la cámara alta dio su visto bueno a ese proyecto bipartidista, su aprobación se estancó en la Cámara de Representantes, donde enfrentó gran oposición republicana.
Más adelante, Rubio retiró su apoyo al texto, lo que recibió críticas de las asociaciones latinas de derechos de los indocumentados.
Rubio intenta desde entonces remontar la cuesta con esfuerzos paralelos para demostrar que puede encarnar la renovación ideológica de los conservadores.
Esa habilidad para salir de polémicas y su tenacidad lo pueden convertir en un hombre clave dentro del partido conservador y posiblemente en el primer presidente latino de Estados Unidos, aunque este sector de la población tradicionalmente apoya a los demócratas.