Brasilia.- El escándalo de corrupción en la empresa Petrobras que ha puesto en jaque al gobierno de Brasil, conocido como el “petrolao”, fue revelado el 17 de marzo de 2014, cuando la Policía Federal detuvo a 24 personas por evasión de divisas en seis diferentes estados del país sudamericano, entre quienes había empleados y propietarios de casas de cambio.
No obstante la caja de Pandora abierta entonces, en la oficina central de la Policía Federal de Curitiba, al sur de Brasil, donde, desde entonces trabajan los agentes que iniciaron la hoy célebre “Operación Lava Jato”, se respira confianza y satisfacción.
“Ni en sueños imaginamos que un caso fuese tan grande”, afirma Márcio Adriano Anselmo, el comisario federal que descubrió un mayúsculo esquema de corrupción, iniciando de inmediato la mayor investigación policiaca en la historia de Brasil.
Anselmo tampoco pudo haber imaginado que una investigación de rutina contra tres lavadores de dinero de Brasilia y Sao Paulo acabaría conduciéndolo hasta Londrina, su ciudad natal, a 400 kilómetros de Curitiba.
Ahí se ubicaba el centro de operaciones de Alberto Youssef -antiguo conocido del agente por sus antecedentes delictivos-, cuyas confesiones detonarían un escándalo financiero, político y económico que, en pocos meses, alcanzaría repercusión mundial.
En julio de 2013, el objetivo de Márcio Anselmo era Carlos Habib Chater, otro cambista que operaba desde hacía años en Brasilia, vinculado con un polémico exdiputado del Partido de los Trabajadores (PT) de Londrina, José Janene, fallecido en 2010.
Habib Chater mantenía una red de lavado de dinero que había creado su padre -preso, como él, desde octubre de 2014-, sin enterarse que la Policía sabía que tenía tratos continuos con otro cambista de Sao Paulo condenado en 2005 por la bien conocida “Operación Banestado”, Raúl Henrique Srour.
Éste ya había cumplido su sentencia y, a partir de agosto pasado, cuando el juez autorizó la intervención de su teléfono, descubrió también que Habib Chater intercambiaba mensajes telefónicos sobre sus actividades con un desconocido.
“Era una operación de regular tamaño – aclara Anselmo-, sin que tuviera idea de lo que yo iba a encontrar, solamente apoyado en dos de mis agentes para tomar una investigación que continuamos discretamente durante pocas semanas”.
Luego de revisar cientos de operaciones bancarias, los tres policías descubrieron un esquema de empresas “fantasmas” y transferencias sin justificación real, avanzando lentamente, hasta que, a comienzos de octubre último, el caso experimentó su primer punto de inflexión.
La persona que mantenía tanta correspondencia con Habib Chater era Alberto Youssef, el experto en lavado de dinero al que un acuerdo de colaboración en 2004 había salvado de una detención mucho más larga en la operación Banestado.
Coincidentemente, ese fue el primer caso de relevancia que tomó el juez Sergio Moro, quien con 42 años de edad es el impulsor de la “Operación Lava Jato”, reconocido como el azote de la élite empresarial brasileña desde el Tribunal Criminal Federal número 13 de Paraná.
“No podíamos creer que fuese Youssef”, contó Márcio Anselmo en diciembre de 2014: “Fue un momento inolvidable, pues además de acercar el caso a Curitiba, significaba que el cambista y contrabandista había quebrado su acuerdo de lo que se llama delación premiada, consistente en reducción de la pena si cooperaba con los autoridades.
“Beto” Yousseff estaba de nuevo en el negocio, y la pregunta era si seguiría activa la trama presuntamente desarticulada años antes, además de que la palabra Petrobras no aparecía ni remotamente en el expediente.
La reaparición de Yousseff acercaba a Anselmo y sus compañeros a otro importante objetivo de su pesquisa: Nelma Kodama, conocida como “la Dama del Mercado”, prestigiosa cambista de Sao Paulo quien, además, era novia de Alberto Youssef.