Estados Unidos inició el mes de agosto con una gran noticia. La Casa Blanca anunció que el 70% de los adultos estadounidenses recibieron al menos una dosis de la vacuna contra el COVID-19.
Los datos publicados por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. indican que el ritmo de vacunación también ha aumentado las últimas tres semanas, una tendencia que no se veía en meses. Sin embargo, a medida que aumenta la vacunación, también lo hace el ritmo de contagios y hospitalizaciones. La variante delta, según los CDC, ya representa más del 93% de todos los nuevos casos en el país.
Difícil alcanzar la inmunidad de rebaño
Vacunar al menos al 70% de la población fue una de las promesas del presidente Biden al asumir el cargo. Dijo que era un paso crucial para alcanzar la llamada inmunidad de rebaño, pero a pesar de alcanzar el porcentaje planificado, los expertos en salud dudan de que Estados Unidos pueda volver a la normalidad a corto plazo.
El motivo es que la variante delta se propaga mucho más rápido que el virus original, y es necesario vacunar a un mayor porcentaje de la población.
“Cuando recalculemos el porcentaje de la población que necesitaremos haber vacunado para reducir sustancialmente la cantidad de virus en circulación, la cifra será superior al 70%. Será probablemente (necesario vacunar) al 85% o 90% para alcanzar la llamada inmunidad de rebaño”, dice Timothy Murphy, profesor de enfermedades infecciosas de la Escuela de Medicina Jacobs de la Universidad de Buffalo. Las comunidades no vacunadas son víctimas de nuevos brotes y precisamente una de las razones del aumento de las infecciones es la disparidad entre las tasas de vacunación en diferentes comunidades.
“Existe una variación local extrema en las tasas de vacunación, por lo que los brotes seguirán ocurriendo”, dice Rachael Piltch-Loeb, investigadora de la Escuela de Salud Pública Global de la Universidad de Nueva York.
Los funcionarios de salud en Estados Unidos se han referido a los nuevos brotes entre personas no vacunadas, porque en áreas con tasas de vacunación inferiores al promedio se ha visto la mayor propagación de la infección. Además, la gran mayoría de hospitalizaciones y muertes en este momento se dan entre quienes se han negado a vacunarse.
Un retroceso en la pandemia
La propagación de la variante delta no solo afecta a la población no vacunada, como sucedió con un brote en Massachusetts, un estado con una alta tasa de vacunación. Los datos sugirieron que las personas inoculadas podrían transmitir el virus tanto como una persona no vacunada.
El hecho de que la variante delta puede contagiar a personas vacunadas, está cambiando la forma en que EE. UU. está manejando la pandemia. Allí los CDC piden a millones de ciudadanos que, por ejemplo, reanuden el uso de máscaras en puntos calientes e interiores, además de restablecer otras restricciones.
La ciudad de Nueva York, por ejemplo, requerirá un comprobante de vacunación para comer en el interior de los locales, y algunas empresas de todo el país han comenzado a exigir la vacunación a sus empleados.
La vacunación es la única salida
Los cambios de política también pueden haber ayudado a impulsar la vacunación en EE. UU.: “A medida que las personas sienten el impacto de estas medidas de salud pública, ven también cómo se infectan amigos y familiares. La combinación de cambios de políticas y de percepción de la gente puede estar impulsando a algunos a vacunarse”, dice Rachael Piltch-Loeb.
Pero existe la preocupación de que el restablecimiento de las restricciones por COVID junto con un enfoque demasiado intenso sobre los contagios en personas vacunadas, podría desalentar una vez más a algunas personas a vacunarse. “El mensaje que la gente puede recibir si nos centramos demasiado en esos casos de contagio (de personas vacunadas), es que no vale la pena vacunarse. De todos modos, no me protegerá”, dice Timothy Murphy.
(dw.com)