¿Qué está pasando la interior del equipo de Enrique Peña Nieto que solo se ha dedicado a descalificar las encuestas que reducen la ventaja del mexiquense sobre Josefina Vázquez Mota?
Los de adentro dicen que “es la pura soberbia” de negarse a aceptar que los 20 puntos de ventaja que traía en diciembre el priísta se redujeron; los de afuera dicen que se les acabó la estrategia.
El martes pasado dimos cuenta de las versiones que existen sobre un enfrentamiento dentro del equipo de Peña encabezado por Luis Videgaray, y los priístas que simplemente no pueden acceder a la toma de decisiones del equipo de campaña.
Videgaray se ha convertido, en un factor que ha dividido al que se pensaba compacto grupo de colaboradores de Peña.
Además de los conflictos internos en el equipo, no se ha notado el trabajo de los vicecoordinadores de la campaña, el yucateco José Carlos Ramírez Marín y Felipe Solís Acero, quienes tienen la responsabilidad de tejer las relaciones con los grupos de poder dentro del propio partido.
Peña debería estar preocupado no solo por la reducción de la ventaja; su equipo tenía una encuesta desde la semana pasada en la que la ventaja del priísta era de solo seis puntos; información que se confirmó con la encuesta publicada por GEA/ISA.
Más que ocuparse en descalificar al mensajero, el equipo de Peña tendría que estar ocupado en el diseño de una campaña moderna, propositiva, atractiva para el porcentaje de indecisos (entre el 20% y el 17% de los encuestados), que serán sin duda los que definan la elección.
>Por cierto, para algunos causó extrañeza que Emilio Gamboa Patrón, en entrevista radiofónica, haya reconocido “el rápido crecimiento de Andrés Manuel López Obrador en las encuestas”.
El priísta no estaba siendo irónico.
Simplemente colocó en el ánimo de la gente que escucha a la entrevistadora a López Obrador como un candidato fuerte no porque lo vea así, sino porque hacerlo supone que le representará más competencia a Vázquez Mota que a Peña Nieto.
Puro colmillo pues.
>Ni tres meses duró como diputado local en el Asamblea Legislativa del Distrito Federal, en la actual legislatura, cuando el priísta Joel Ayala Almeida ya había pedido licencia para separarse del cargo y dejar no solo la curul sino la coordinación de la bancada tricolor.
Antes, como diputado federal, el líder de la burocracia nacional se convirtió el legislador que más faltó a las sesiones; públicas fueron sus largas ausencias por “problemas personales”, lo que incluso motivó que la oposición pidiera llamar a su suplente, cosa que no ocurrió.
Hoy como premio a sus aportaciones partidistas, Ayala Almeida es nuevamente candidato a diputado federal por la vía plurinominal, porque una elección no la gana, con todo y que se dice amigo de Peña y de Beatriz Paredes.
¿Qué le deben?