Muchas personas utilizan plantas en el tratamiento de sus problemas de salud, sin preocuparse por la seguridad de lo que se toman. Si bien hace miles de años que usamos a las plantas de muy diversas maneras, para el momento actual las plantas útiles para la Cardiología, en mi opinión, ya las usamos sintetizadas como medicamentos.
En la columna de hoy, les mencionaré todas las plantas que ya utilizamos para el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares y espero convencerlos de que esta afirmación es correcta.
Es muy peligroso utilizar cualquier producto sin conocer todos sus efectos, por lo tanto, ningún cardiólogo le prescribirá medicamentos que no hayan sido ampliamente estudiados y probados tanto en ensayos experimentales como en ensayos clínicos en humanos, por lo que cuando prescribimos un medicamento, éste debe estar probado y sus efectos totalmente controlados.
En los últimos doscientos años, los médicos hemos utilizado a la digoxina, el medicamento cardiológico por antonomasia y que en los últimos diez años prácticamente hemos abandonado.
En los años cincuenta había un curioso dicho entre médicos: “para todo mal, digital… y para todo bien, también”.
Si este producto de la planta digitalis purpurea conocida en México como “hierba de la manita” y usada por más de dos mil años para la hidropesía (cuyo nombre correcto es ascitis y se refiere a la presencia de abundante líquido en la cavidad abdominal) fuera estudiado en la actualidad, con todos los protocolos que ahora usamos para investigar su perfil de seguridad, les aseguro que su empleo no sería autorizado, pues el rango entre su uso correcto y su nivel tóxico son muy cercanos.
Definitivamente este medicamento no pasaría las pruebas mínimas de seguridad, pero por más de un siglo se consideró el mejor medicamento para la insuficiencia cardíaca.
Por más de siete mil años, los egipcios habían reconocido los efectos sedantes y antipsicóticos de la reserpina, que se obtiene de la raíz de la planta rauwolfia serpentina y a partir de 1952 se empezó a usar en Cardiología para bajar la presión arterial elevada. En el momento actual prácticamente ha sido abandonada, pues tiene muchos efectos secundarios, pero como ven su historia es larga.
Un medicamento antiarrítmico que si bien se usa cada vez menos, sigue vigente, es la quinidina, un alcaloide que se obtiene de la corteza del árbol de la quina, originario de Sudamérica. Su nombre deriva de la hija de un cacique inca, llamada Quinchón, que usó infusiones de esa corteza para tratar las fiebres de los conquistadores, como lo hacía su pueblo por más de 500 años.
Efectivamente, la quinina y la cloroquina, poderosos medicamentos para tratar el paludismo y éste último para el manejo de la artritis reumatoide, se obtienen de un árbol, al igual que la quinidina ya mencionada.
Les comento ahora de dos medicamentos muy poderosos y efectivos que usamos en Cardiología y que se originan en plantas. Me refiero al paclitaxel y a la rapamicina, que se usan en la aplicación de un stent en las coronarias.
Me explico: cuando una persona empieza a tener angina de pecho o le ha sucedido un infarto del miocardio, estos problemas ocurren por obstrucción de una arteria coronaria, que se desarrolla por grasa y endurecimiento del vaso. A muchos de estos pacientes podemos abrirles la arteria mediante un pequeño globo que introducimos a través de un catéter, procedimiento conocido como angioplastía coronaria y que se realiza en México desde hace 30 años.
El problema de este procedimiento, es que al menos a la tercera parte de los pacientes, la arteria se les volvía a tapar porque se desarrollaba una cicatriz en el sitio de la angioplastía. En la actualidad esto se resolvió al aplicar una milimétrica malla metálica de muy diversos materiales, que se conoce como stent, a falta de un mejor nombre en español.
Esta malla está totalmente impregnada de rapamicina o de paclitaxel que inhiben la cicatrización. Estos dos medicamentos se usan también para el tratamiento del cáncer de diversos tipos y para evitar el rechazo de trasplantes de corazón y son de origen vegetal.
El árbol Tejo de California (taxus brevifolia) nos proporciona al paclitaxel, en tanto que una bacteria del género estreptomices, que se desarrolla en diversos vegetales silvestres de la Isla de Pascua en Chile, conocida también como Rapa Nui es el origen de la rapamicina.
Dejo para el final al producto de la corteza del sauce (unas 400 especies del género Salix), que ya era usado hace unos 2500 años, el salicilato. Este medicamento contra el dolor y muy poderoso antiinflamatorio ha sido usado por millones de personas en el mundo y su derivado, el ácido acetil salicílico cumplió cien años continuos de uso en 1997, cuando el alemán Félix Hoffmann fue presionado por la enfermedad de su padre, para encontrar un derivado del salicilato que fuera menos agresivo para el estómago.
Lo increíble es que este medicamento es un poderoso inhibidor de la agregación de las plaquetas, un efecto que disminuye hasta un 50% la posibilidad de muerte en el infarto del miocardio, por lo que es imprescindible en los enfermos de las coronarias.
Se considera no ético que un cardiólogo no le prescriba aspirina a todo paciente con enfermedad coronaria, a excepción de los muy raros alérgicos al medicamento.
En 32 años, yo sólo he conocido dos pacientes con esta condición y ese problema se resuelve con los nuevos antiplaquetarios como prasugrel o clopidogrel.
No he querido mencionar en esta columna algunas sustancias vegetales que se han considerado útiles en problemas cardiovasculares como el ajo, la cafeína, el nopal, el alpiste, el yumel y otros, que no son fármacos y que carecen de estudios clínicos suficientes como para recomendarlos o categóricamente afirmar que no sirven.
Les invito una vez más a enviar sus preguntas y comentarios a través del blog o del correo.
Hasta la próxima.