Educar a los pacientes en sus problemas de salud, es una obligación de los médicos.
No tengo duda que es una obligación de los profesionales de la salud, dedicar tiempo y esfuerzo para informar a los pacientes sobre sus enfermedades, la manera de prevenirlas y como realizar el tratamiento farmacológico y dietético de sus problemas. El objetivo final es poder efectuar todo lo necesario para rehabilitarse y regresar a una vida normal.
Brindar información a los pacientes hará más sencillo que se recuperen de sus enfermedades. A través de los 32 años que he dedicado a mi profesión, infinidad de ocasiones me ha sorprendido observar la transformación que puede tener un paciente cuando es informado sobre la naturaleza de su padecimiento, de las causas del mismo y del manejo que necesita.
Hablo de una transformación, porque a pesar de que la información sobre estos temas es muy abundante, poca gente la consulta, a pesar de que los medios en los que existe son muy variados. Han cambiado poco a poco las actitudes de los médicos y de los pacientes en cuanto a la relación que debemos tener. Podemos asegurar que en la actualidad, los médicos queremos informar más y los pacientes desean conocer mejor sus problemas de salud.
Salvo contadas excepciones, ésta es la situación actual de la relación médico-paciente, pero los obstáculos para que se logren sus objetivos son muchos. No hay en todos los médicos la mística de informar a sus pacientes, además de que muchos no intentan siquiera “traducirle” a lenguaje común, los complicados términos médicos.
No existe mucha información médica disponible en lenguaje no médico. Por eso me entusiasmó tanto escribir esta columna, un maravilloso encargo que empezó hace dos años y medio con la cordial invitación que me hiciera el Lic. Adrián Trejo. Esta falta de información confiable en lenguaje coloquial, es un tremendo obstáculo para obtener información profesional, pues los medios electrónicos tienden a difundir temas médicos con objetivos comerciales principalmente.
Aunado a esto, los médicos no tenemos la mística de informar a los pacientes en palabras sencillas. Esto no es una crítica destructiva, simplemente es una realidad que conozco de primera mano.
Me he encontrado pacientes que se saben enfermos de angina de pecho por años y que habiendo sido tratados por varios médicos, nunca recibieron información alguna sobre cuál es la naturaleza de su enfermedad. Esto se desprende del tipo de preguntas que me han hecho, por ejemplo: “doctor, ¿usted cree que ya se me hizo más grande la angina de pecho?”.
Cuando les explico que el término “angina” no tiene nada que ver con alguna masa o tumor en el pecho, como a veces lo creen, por aquello de llamarle anginas a las amígdalas de la garganta, se sorprenden puesto que no tienen obligación alguna de saber con precisión lo que significa el término angina, pero tampoco ningún médico se los había explicado y eso es muy criticable.
Este es el problema, pero ¿qué ventajas obtendrían tanto los pacientes como los médicos, si existiera verdadera educación en temas médicos que se difundiera para todas las personas?.
Los pacientes podrían cumplir mejor con sus tratamientos farmacológico, dietético y de rehabilitación, si recibieran toda esta información en términos más entendibles. Un chiste, que podría ser anecdótico, cuenta que un médico pasa junto a un paciente que tiene un frasco de suero casi vacío pasándole por una vena, por lo que se dirige a la enfermera y le dice: -Enfermera, este paciente ya no tiene solución. El paciente cree que va a morir pues su mal no tiene remedio, cuando en realidad el médico sólo solicitaba el cambio de frasco de venoclisis del paciente.
No cabe duda que debemos dar instrucciones precisas a los pacientes, en términos cercanos a ellos. El término percutáneo significa “a través de la piel”, pero si el paciente recibe esta orden podría hacer cualquier cosa, menos la correcta. Lo mismo que podría quedar paralizado si se le solicita aplicar un medicamento en sediluvios que son baños de asiento y no en pediluvios que son baños para los pies.
La información da poder a los pacientes, por lo que conviene que investiguen sobre sus diagnósticos. Es muy común que le escriba a mis pacientes el nombre de sus enfermedades por si desean investigar más sobre el tema. Cuando debo tomar medidas muy drásticas en un paciente, como realizar una cirugía de corazón, invariablemente invito a los pacientes a que consulten una segunda opinión. Ningún profesional de la Medicina podría sentirse ofendido o negarse a que su paciente consulte la opinión de otro médico, además de darle la libertad de decidir con quien realizar su intervención.
Es cada vez más común que exista información médica escrita o electrónica, sin embargo, hay ciertos lineamientos que les recomiendo para asegurar que reciban información confiable. Es mejor que el origen de la información sea de una institución, una sociedad médica o un profesional con gran reconocimiento, preferentemente con historia institucional y académica muy amplia. Para esto, es útil obtener información por medios electrónicos que identifiquen plenamente su origen.
Les recomiendo llevar escritas sus preguntas a una consulta médica y anoten todo lo que consideren pertinente. Pregunten y repregunten sus dudas y abandonen el consultorio hasta que se sientan convencidos que se les ha proporcionado todo lo que necesitaban.
De esta manera será más fácil que recuperen su tesoro más preciado, la salud y una vida plena.
Les deseo lo mejor para el próximo año y que toda la felicidad posible llegue a sus hogares.
Hasta la próxima.