Existen múltiples enfermedades cardiovasculares, tanto congénitas como adquiridas que tendrán un curso más benigno para quienes las padecen, si los pacientes siguen algunos consejos prácticos en relación a la dieta que consumen diariamente, además de que una dieta de este tipo puede prevenir una enfermedad cardiovascular en personas sanas.
Consideremos primero el consumo de sal. En individuos sanos cuyos padres padecen de hipertensión, tendrá una probabilidad superior al 70% de padecer esta enfermedad cuando llegue a la edad adulta, por lo que debe consumir la sal que tienen sus alimentos sin emplear saleros de mesa. Con esta sencilla maniobra comerá menos de 5 gramos al día, cantidad considerada como saludable. Se recomienda disminuir el consumo de embutidos y alimentos enlatados por la sal de los conservadores. Quienes han sufrido un infarto considerable o tienen una lesión valvular que los ha llevado a la insuficiencia cardíaca deben comer menos de dos gramos de sal por día por lo que deberán preparar sus alimentos de manera individual.
Los pacientes con angina de pecho y con infarto del miocardio, lesiones que consideramos en una sola entidad llamada cardiopatía isquémica, requieren consumir menos grasa saturada para mantenerse saludables, en tanto que diabéticos e hipertensos pueden prevenir esta enfermedad con una dieta de este tipo. Puesto que el 95% de quienes padecen cardiopatía isquémica son ateroesclerosos, una dieta que los obligue a disminuir el colesterol y los triglicéridos en sangre les resulta útil tanto para la prevención primaria, que es cuando no han tenido un evento cardiovascular, como secundaria que es cuando ya tuvieron angina de pecho o un infarto.
Las grasas son de dos tipos básicos, las saturadas que son las menos saludables y se reconocen porque son sólidas o semisólidas a temperatura ambiente y las insaturadas que son siempre líquidas por lo que son las más recomendables. Todas las grasas de origen vegetal carecen de colesterol que es una de las grasas indispensables para la vida, pero cuya elevación a más de 200 mg por cada 100 ml de sangre en nuestro cuerpo, nos puede llevar a la ateroesclerosis, que es la obstrucción paulatina de las arterias del cuerpo en diversos aparatos y sistemas como el corazón, cerebro y riñones. El colesterol es entonces siempre de origen animal, pero los triglicéridos pueden ser de origen vegetal y animal. Un triglicérido es una molécula de glicerol, que es un carbohidrato con tres ácidos grasos y son una forma útil de conservar energía, pero no deben superar los 150 mg por cada 100 ml de sangre pues colaboran con el colesterol en esta circunstancia para favorecer el desarrollo de ateroesclerosis. Ya no se considera prohibido consumir huevo, pero no más de tres piezas enteras a la semana, pero puede comer todas las claras que usted quiera, pues son pura albúmina, una proteína muy completa.
En esta situación, una dieta rica en cereales integrales de todo tipo, en vegetales y frutas tanto frescos como secos, así como ensaladas diversas, favorecen su salud. No está prohibido comer carnes rojas pero se recomienda que sean 150 g dos veces a la semana como máximo y combinarlos con pollo o pavo, así como pescados sobre todo de agua fría, dos a tres veces a la semana. Ya no se considera prohibido el consumo de camarones pues su contenido en ácidos grasos “buenos” que son los omega 3, es superior a su contenido en colesterol. Es recomendable comer frutas y vegetales de diversos colores por su alto contenido en betacarotenos, pues son poderosos antioxidantes, lo que retarda el daño de los tejidos del cuerpo y evita la ateroesclerosis. Como parte de su efecto favorable, los vegetales y frutos son también ricos en fitoesteroles, que son una variedad de grasa vegetal que disminuye hasta en un 80% la absorción del colesterol en nuestro cuerpo. Son unos 50 diferentes compuestos, que son parte integral de las células vegetales por lo que se encuentran en las hojas, las raíces, las flores y los frutos. Sin duda los mexicanos antiguos fueron muy sabios al comer flores de calabaza, de yuca o de colorín que son las más comunes, pero los humanos hemos comido también rosas y hasta violetas, además de que tomamos infusiones de limón, manzanilla y menta.
Mención aparte requiere el consumo de grasas nobles de origen vegetal, que han acompañado a los humanos por siglos. Consumir alimentos fritos en aceite de canola, soya o girasol es ahora una práctica recomendable para la prevención secundaria, es decir, aún los pacientes que ya tuvieron un infarto pueden comer alimentos fritos y no solamente hervidos o asados. Además resulta muy útil consumir estos aceites crudos acompañando ensaladas, pan integral y algunas pastas, si bien éstas de manera muy ocasional. El aceite crudo más consumido en todo el mundo desde hace unos dos mil años o más es el de oliva, pero no lo use para freír o guisar pues pierde sus propiedades benéficas al alcanzar los 96 grados Centígrados. La razón de que estos aceites sean benéficos es su alto contenido en ácidos grasos esenciales, tanto omega 3 como del tipo 6 y 9. Son llamados esenciales porque el ser humano no puede producirlos y se ve precisado a comerlos pues de otro modo moriría. Tienen múltiples funciones biológicas pues son anti inflamatorios, antiproliferativos y antiarrítmicos por lo que pueden salvar muchas vidas.
Por cuestiones de espacio dejo de lado al resveratrol, los taninos y otros polifenoles, aunque los he analizado en otras emisiones de esta columna.
Espero que les sean útiles estos consejos para que coman bien y saludable. Una dieta de este tipo puede evitar que se enfermen y disminuye hasta en un 30% la mortalidad de pacientes cardiovasculares, algo que no hacen los medicamentos.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.