Los pacientes no tienen ninguna obligación de conocer la historia de los medicamentos que les prescribimos los médicos, sin embargo, creo que les habrá de dar más confianza tomarlos todos los días si saben que han sido probados por varias décadas y en algunos casos hasta por centurias.
Por esto, el objetivo de la columna de esta semana, es informar a los amables lectores sobre diversos medicamentos cardiovasculares que han sido utilizados en Medicina por largo tiempo.
Debido a que no sería ético que empleara nombres comerciales, haré solo mención de los nombres farmacológicos en esta columna.
El más antiguo de todos los fármacos es la reserpina, que en la actualidad se sigue usando para tratar la hipertensión arterial sistémica. Hasta hace 60 años que surgieron otros medicamentos para esta enfermedad, era medicamento único para su tratamiento, pero al principio no se utilizaba para la hipertensión puesto que ni siquiera se conocía la enfermedad. Se empleaba para la psicosis, la locura, desde hace unos siete mil años.
Efectivamente, diversas publicaciones científicas informaron que se encontraron niveles muy altos de esta sustancia en momias egipcias con ese tiempo de conservación y en el Siglo XVII se menciona a la reserpina en textos ayurvédicos, para el tratamiento de la psicosis, las mordeduras de serpiente y para el insomnio.
“Descubierta” en 1952, la usamos poco en la actualidad, pero la seguimos usando para la hipertensión, pues ha demostrado que disminuye la mortalidad de estos pacientes a largo plazo.
La digoxina ha sido usada en todo el mundo desde hace unos 2500 años. En México ya la conocían diversos pueblos indígenas, según se desprende de varios códices, donde es llamada “hierba de la manita” por la forma de las hojas que son como una mano abierta. Se empleaba para tratar la “hidropesía”, una condición provocada por varias enfermedades que provocan una gran retención de líquidos, como le pasa a pacientes cardiópatas que debido a su enfermedad cardíaca acumulan líquido en el abdomen, llamado ascitis.
Su empleo en Medicina inicia en Inglaterra con Whiterigg, hace poco más de doscientos años, para tratar arritmias y ascitis en enfermos del corazón. Hasta la actualidad, se sigue utilizando para una arritmia específica, llamada fibrilación auricular, de la que les he hablado en otras columnas pues es la arritmia más común en humanos, ya que se presenta hasta en el 8% de pacientes mayores a 65 años aunque no tengan una cardiopatía. La usamos inyectada o tomada en tabletas en adultos y en elíxir para los niños con insuficiencia cardíaca por una lesión de nacimiento.
El ácido acetil salicílico tiene más de cien años en uso, si bien los salicilatos que le dieron origen, han sido empleados por más de 3500 años contra la fiebre y el dolor, pues tiene un origen natural, derivado de la corteza del sauce y se le menciona en una tablilla sumeria fechada en esa época.
Sigue siendo el mejor medicamento para mejorar la función del endotelio, la capa interna de los vasos sanguíneos, con lo cual se mejora la coagulación y se evita un infarto hasta en un 51%. Es un pilar del manejo del paciente isquémico, por lo que debe ser usado siempre en angina de pecho, pero también en personas con prótesis cardíacas asociado a un anticoagulante como la warfarina o la acenocumarina, para evitar una embolia cerebral o a otra parte del cuerpo y eso mismo es valedero para personas con hipertensión y fibrilación auricular.
Por cierto la warfarina se descubrió en 1945 asociado a la muerte de reses en Canadá, que comían tréboles dulces mohosos y desde entonces lo usamos en Medicina como un gran medicamento anticoagulante.
Los nitratos son otro ejemplo muy interesante de un medicamento útil en la actualidad, que tiene más de cien años en uso. Fue descubierta en 1847, aunque en 1867 se le diera un empleo muy desafortunado al desarrollar explosivos muy poderosos como la dinamita, que tienen el mismo origen que los fármacos derivados de la nitroglicerina, que salvan vidas todos los días. La empleamos por la vía endovenosa como trinitrato, la famosa nitroglicerina, pero también en spray, tabletas o ampolletas como dinitrato o mononitrato que también resuelve las crisis de angina de pecho de manera muy eficiente.
Algunos fármacos “más jóvenes” y muy útiles son la amiodarona de 1967, que es el más potente antiarrítmico que tenemos en la actualidad y se usa todos los días a pesar de sus varios efectos indeseables. Tenemos también los diuréticos como la furosemida con más de 50 años en uso cotidiano, la clortalidona que es muy útil para la hipertensión y es conocida desde el año 1960 y la hidroclorotiazida, el diurético más empleado para la hipertensión y conocido desde 1957.
Un ejemplo interesante es la rapamicina, que ha sido usada por unos 500 años como medicamento contra hongos en la Isla de Pascua, de hecho el nombre deriva de Rapa Nui, como llamaron a la isla los navegantes antiguos. En la actualidad se usa como inmunodepresor para evitar el rechazo a un trasplante pero también lo usamos para evitar que se cierre nuevamente una arteria coronaria que hemos tratado con angioplastia y un stent.
Es decir, cuando una arteria se ha tapado con una placa de grasa, podemos reabrirla con un catéter que lleva un globito en la punta mediante control radiológico y para evitar que se vuelva a tapar, le ponemos una malla metálica interna empapada en un polímero que lleva rapamicina. Es espectacular la disminución del porcentaje de pacientes que se vuelven a estrechar, pudiendo llegar al cero por ciento.
Un ejemplo más de un fármaco antiguo, que tiene un efecto tan útil que sigue empleándose hasta la fecha para mejorar la terapia cardiovascular.
Mail: ricardo.jauregui03@gmail.com
Hasta la próxima.